GOZOS
Pues del Señor tan querida
Eres ¡oh Virgen María
Sé nuestro amparo en la vida,
Y en la muerte nuestra guía!
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De tus glorias olvidada
Y de tu gracia valiosa,
Al templo vas, presurosa,
Para ser purificada,
Y te presentas rendida
Ante el Hacedor del día.
Sé nuestro amparo......
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Tu concepto fué divino,
Tu parto fué inmaculado,
Pues ser Madre del increado
Fué tu altísimo destino.
A Dios tu alma tan unida,
¿Cómo inmunda ser podía?
Sé nuestro amparo......
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Toda pura y sin borrón
Al presentarte en el templo,
Con humildad sin ejemplo
Haces nuestra tu expiación.
Muestra cual flor escondida,
Tu fragancia y gallardía.
Sé nuestro amparo......
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Pobre dón has presentado
En dos palomas sin fausto,
Una para el holocausto,
La otra por el pecado.
Así la ley fué cumplida,
Aunque no te concernía.
Sé nuestro amparo......
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En tus brazos, al Dios niño
Con afecto puro y tierno
Presentas al Ser Eterno
Como un don de tu cariño,
Y remedias, condolida,
Los males del que gemía.
Sé nuestro amparo......
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Y Dios aceptó, propicio,
Esta víctima inocente,
Para que fuera, clemente,
Propiación por el vicio.
La salud nos fue obtenida
Por su grán soberanía.
Sé nuestro amparo......
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Eres la pequeña fuente
Que en un rio se convirtió
Y que en luz se transformó
Y aun en sol resplandeciente.
Por tu humildad tan crecida,
Fuiste Reina exelsa y pía,
Sé nuestro amparo......
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Ana y Simeón conmovídos.
De Jesús á la presencia,
Con profunda reverencia
A Dios alaban rendidos.
Así terminan su vida
Con un cantar de alegría.
Sé nuestro amparo......
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Nuestra manchada conciencia
Purifica, tierna Madre.
Y preséntanos al padre,
Movidos á penitencia.
Sea tu nombre nuestra egida,
Nuestra dulce melodía.
Sé nuestro amparo......
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Pues del Señor tan querida
Eres ¡oh virgen María!
Sé nuestro amparo en la vida
Y en la muerte nuestra guía.
Oración Final
¡Oh María! Vos sois la Madre de Dios y por la mismo nada resiste á vuestro poder, nada se opone á vuestra fortaleza: á vuestra voz todo se rinde, á vuestro imerio todo obedece. todo sirve á vuestra potestad (I). Concedednos, por tanto que para contrarestar al infierno que en este siglo vomita maldiciones contra Vos y contra
vuestro corazón se parte de dolor, al ver ultrajada vuestra bondad y maldecido vuestro honor. Quisiéramos destruir estos agravios, aun á costa de nuestra vida; más ya que no merecemos gracia tan insigne, queremos, al menos, bendeciros ahora y en todos los instantes de nuestra vida: queremos amar y bendecir á nuestro divino Salvador. Purificad nuestra conciencia por la aplicacieon de los méritos de Jesús, y dadnos que todas las acciones de nuestra vida sean conformes á la ley de nuestro santísimo Hijo. Amén.
LAUS DEO.
( I ) S. Greg.j Nicom. Or. Oblat. Deip.
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