domingo, 27 de enero de 2013

¿Qué pasa entre latinoamericanos y españoles?


Siempre me ha apasionado las relaciones entre las naciones latinoamericanas. Nunca he entendido el por que no podemos formar un solo país gigantesco, rico, próspero, lleno de posibilidades y por demás diverso. ¡Seríamos una verdadera potencia mundial! Hoy, por medio del periódico El País de España, me encontré con un artículo que habla sobre lo que me apasiona y fascina, las relaciones entre gente de la misma gente. Somos como los hermanos que tenemos un pleito "casao" jajaja Es vergonzante la ignorancia de veras y el odio por culpa de ésta. ¿Por qué tienen tanto miedo a su misma gente que se dice de otro país? Es que ésto raya en lo ridículo. Cada que encuentren alguna gente que no es de su país, hablen con esa persona, investiguen, pregunten por sus tradiciones, su gastronomía y verán, que somos más cercanos entre nosotros, que un Chino lo es de un japonés. A mi, me gusta siempre comenzar a platicar con lo que comemos, algún platillo que sea multicultural entre nosotros. Por ejemplo, el puchero o caldo de res y la ropa vieja. Verán las similitudes que existen y variaciones de ingredientes basados en donde se prepare dicho platillo. Yo creo que no existe un platillo que nos acerque tanto como eso. Inténtenlo la próxima vez que encuentren a otro hispano.

Les presento a continuación lo que escribió, Jaime de las Heras Gordon en Madrid:

"Leyendo ciertos comentarios sobre una noticia de estrechamiento de lazos entre Perú y España, me dio mucha pena. Existe tanta desinformación y odio entre los países de habla hispana, que me avergüenzo solo de pensarlo.

La mayoría de latinos dan el típico argumento de “los españoles nos robaron el oro”, y razón no les falta, pero por ello, ¿vamos a estar 500 años más tarde echándonoslo en cara? Todas las naciones colonizadoras han robado, humillado y matado a los conquistados. O, ¿es que acaso los aztecas no diezmaron a la población maya? o ¿los incas a los mapuches?

Cualquier pueblo que haya sido más rico que su vecino durante un tiempo ha intentado sacar provecho de él, es algo inherente a nuestra naturaleza. Lo que verdaderamente me entristece es que se siga recordando esto y se olvide que alrededor del 90% de los latinos tiene sangre española. A caballo de ellos, encontramos muchos españoles que sienten desprecio por los latinos, por considerarles inferiores y pertenecer “al Tercer Mundo”, pero nos olvidamos de que son ellos los que muchas veces han hecho los trabajos que ningún español quería hacer, contribuyendo a nuestro desarrollo y llegar a ser un país “del Primer Mundo”.

Somos naciones condenadas a estar unidas, a progresar y evolucionar juntas. Siempre avanzando con nuestras similitudes y diferencias pero, sobre todo, con nuestras similitudes, que son las que predominan. Por último, he de resaltar que hablamos ese gran idioma, denominado español (segundo idioma más hablado del mundo por detrás del chino), nuestro más fuerte lazo y el que según diversos estudios proporciona el 16% del PIB.— Jaime de las Heras Gordon, Madrid".


Un pensamiento sobre mi Vida en EEUU.



La vida en éste lugar poco tiene que ver con la de donde vengo, y sin embargo. Aquí encuentro el refugio que necesito, mi alma encuentra el reposo, al menos por instantes. Porque no cabe lugar para pensar en lo mío, ahora siento que cada día que pasa me encuentro más cerca de lo que en realidad soy, de lo que en realidad somos, seres condenados a esquivarnos sobre acantilados junto al mar, lejos, olvidados.

domingo, 20 de enero de 2013

Los Siete Pecados Capitales... ¡Nunca pasan de moda ni de época!

Las ilustraciones son frescos de Giotto di Bondone pintados en la Capilla de los Scrovegni o la Capilla de la Arena, en Padova, Italia.








En contraste con nuestra época, la ética medieval poseía claras delimitaciones. De esta manera el hombre medieval cuenta con una suerte de código de conducta que le señala claramente como debe ser su actuar. Esta codificación tiene su base, por un lado, en las llamadas “Virtudes Cardinales”, verdaderas llaves maestras que posibilitan el ejercicio de una conducta conforme con lo que es éticamente correcto. Por otro lado, los “Pecados Capitales” (denominados así por ser “cabeza” o principio de todos los demás pecados) muestran claramente la cuna de todo lo moralmente reprobable. 


Esta codificación moral, que si bien fue formulada en el medievo tiene una sorprendente actualidad, está cruzada transversalmente por una problemática ética fundamental: la posibilidad de acoger hospitalariamente al “otro”, al prójimo (el que está próximo) como una persona válida por sí misma. Dicho de otra manera el entender a los seres humanos que están frente a mí, cualquiera sea su condición, como un “interlocutor válido”, como un fin en sí mismo. Como veremos más adelante, lo que verdaderamente constituye el mal moral es entender al “otro” como un “medio”, como un objeto que puede ser utilizado para el propio beneficio, en conformidad al principio del “amor a sí mismo”.

Veamos a continuación una síntesis de la definición de cada uno de estos conceptos, nos hemos basado en un antiguo pero esclarecedor “diccionario de teología” (se han alterado la redacción, la extensión y la ortografía castellana antigua en función de la comprensión, así mismo se han traducido algunas citas que en el texto original aparecen en latín).

Pecados Capitales

1. La Soberbia.


 Es el principal de los pecados capitales. Es la cabeza de “todos” los restantes pecados. Recordemos que por esta falta, según la teología cristiana, el hombre fue expulsado del jardín del paraíso. Es una ofensa directa contra Dios, en cuanto el pecador cree tener más poder y autoridad que Dios. En general es definida como “amor desordenado de sí mismo”. Según Santo Tomás la soberbia es “un apetito desordenado de la propia excelencia”. Se considera pecado mortal cuando es perfecta, es decir, cuando se apetece tanto la propia exaltación que se rehúsa obedecer a Dios, a los superiores y a las leyes. Se trata de renunciar a Dios en cuanto es Verdad y sentido conductor de la existencia e instalarse a sí mismo como Verdad suprema e infalible y como fundamento de la acción humana. De la misma manera, y guardando las distancias, se aplica al respeto y a la consideración que los subordinados le deben a las autoridades legítimamente constituidas. De la soberbia se desprenden las siguientes faltas menores:

· La vanagloria: es la complacencia que uno siente de sí mismo a causa de las ventajas que uno tiene y se jacta de poseer por sobre los demás. Así mismo, consiste en la elaborada ostentación de todo lo que pueda conquistarnos el aprecio y la consideración de los demás.

· La Jactancia: falta de los que se esmeran en alabarse a sí mismos para hacer valer vistosamente su superioridad y sus buenas obras. Sin embargo, no es pecado cuando tiene por fin desacreditar una calumnia o teniendo en miras la educación de los otros.

· El Fausto: consiste en querer elevarse por sobre los demás en dignidad exagerando, para ello, el lujo en los vestidos y en los bienes personales; llegando más allá de lo que permiten sus posibilidades económicas.

· La altanería: Se manifiesta por el modo imperioso con el que se trata al prójimo, hablándole con orgullo, con terquedad, con tono despreciativo y mirándolo con aire desdeñoso.

· La ambición: Deseo desordenado de elevarse en honores y dignidades como cargos o título, sólo considerando los beneficios que les son anexos, como la fama y el reconocimiento

· La hipocresía: simulación de la virtud y la honradez con el fin de ocultar los vicios propios o aparentar virtudes que no se tienen.

· La presunción: consiste en confiar demasiado en sí mismo, en sus propias luces, en persuadirse a uno mismo que es capaz de efectuar mejor que cualquier otro ciertas funciones, ciertos empleos que sobrepasan sus fuerzas o sus capacidades. Esta falta es muy común porque son rarísimos los que no se dejan engañar por su amor propio, los que se esfuerzan en conocerse a sí mismos para formar un recto juicio sobre sus capacidades y aptitudes.

· La desobediencia: es la infracción del precepto del superior. Es pecado mortal cuando esta infracción nace del formal desprecio del superior, pues tal desprecio es injurioso al mismo Dios. Pero cuando la violación del precepto no nace del desprecio sino de otra causa y considerando la materia y las circunstancias del caso, puede ser considerada una falta menor.

· La pertinacia: consiste en mantenerse adherido al propio juicio, no obstante el conocimiento de la verdad o mayor probabilidad de las observaciones de los que no piensan como el sujeto en cuestión.

El remedio radical contra la soberbia es la humildad. Según el cristianismo, “Dios abate a los soberbios y eleva a los humildes (Luc. 14)

2. La Acidia (Pereza).


Es el más “metafísico” de los Pecados Capitales en cuanto está referido a la incapacidad de aceptar y hacerse cargo de la existencia en cuanto tal. Es también el que más problemas causa en su denominación. La simple “pereza”, más aún el “ocio”, no parecen constituir una falta. Hemos preferido, por esto, el concepto de “acidia” o “acedía”. Tomado en sentido propio es una “tristeza de animo” que nos aparta de las obligaciones espirituales y divinas, a causa de los obstáculos y dificultades que en ellas se encuentran. Bajo el nombre de cosas espirituales y divinas se entiende todo lo que Dios nos prescribe para la consecución de la eterna salud (la salvación), como la práctica de las virtudes cristianas, la observación de los preceptos divinos, de los deberes de cada uno, los ejercicios de piedad y de religión. Concebir pues tristeza por tales cosas, abrigar voluntariamente, en el corazón, desgano, aversión y disgusto por ellas, es pecado capital.

Tomada en sentido estricto es pecado mortal en cuanto se opone directamente a la caridad que nos debemos a nosotros mismos y al amor que debemos a Dios. De esta manera, si deliberadamente y con pleno consentimiento de la voluntad, nos entristecemos o sentimos desgano de las cosas a las que estamos obligados; por ejemplo, al perdón de las injurias, a la privación de los placeres carnales, entre otras; la acidia es pecado grave porque se opone directamente a la caridad de Dios y de nosotros mismos.

Considerada en orden a los efectos que produce, si la acidia es tal que hace olvidar el bien necesario e indispensable a la salud eterna, descuidar notablemente las obligaciones y deberes o si llega a hacernos desear que no haya otra vida para vivir entregados impunemente a las pasiones, es sin duda pecado mortal.

Son efectos de la pereza:

· La repugnancia y la aversión al bien que hace que este se omita o se practique con notable defecto.

· La inconsistencia en el bien, la continua inquietud e irresolución del carácter que varía, a menudo, de deseos y propósitos, que tan pronto decide una cosa como desiste de ella, sin ejecutar nada.

· Una cierta pusilanimidad y cobardía por la cual el espíritu abatido no se atreve a poner manos a la obra y se abandona a la inacción.

· La desesperación de considerar que la salvación es imposible, de tal manera que lejos de pensar el hombre en los medios de conseguirla se entrega sin freno alguno a sus propias pasiones.

· La ociosidad, la fuga de todo trabajo, el amor a las comodidades y a los placeres.

· La curiosidad o desordenado prurito de saber, ver, oír, que constituye la actividad casi exclusiva del perezoso.

En el fondo, la acidia se identifica con el “aburrimiento”. Pero no con ese aburrimiento objetivo que nos hace escapar de una cosa, de una situación o de una persona en particular. Más bien se refiere al “aburrimiento” que sentimos frente a la existencia toda, frente al hecho de existir y de todo lo que esto implica. La vida nos exige trabajo, esfuerzo para actuar según lo que se debe, esfuerzo que no es ni gratuito ni fácil. Cuando no somos capaces de asumir este costo (este trabajo) y desconocemos aquello que debemos “hacer” en la existencia, la vida humana se transforma en un vacío que me causa “horror”; se transforma en un vacío que me angustia y del cual escapamos constantemente casi sin darnos cuenta. De hecho ‘aburrimiento’ significa originariamente “ab horreo” (horror al vacío). Decíamos que la acidia es el más metafísico de los pecados capitales porque implica no asumir los costos de la existencia, de escapar constantemente de hacer lo que se debe, por no saber lo que se debe.

3. La Lujuria.


Tradicionalmente se ha entendido la lujuria como “appetitus inorditatus delectationis venerae” es decir, como un apetito desordenado de los placeres eróticos. La tradición cristiana subdividió este pecado en la simple fornicación, el estupro, el rapto, el incesto, el sacrilegio, el adulterio, el pecado contra la naturaleza, comprendiendo bajo esta última especie, la polución voluntaria, la sodomía y la bestialidad. La lujuria sería siempre un “pecado mortal” pues involucra directamente la utilización del otro, del prójimo, como un medio y un objeto para la satisfacción de los placeres sexuales.

Hay en este pecado dos grandes principios en juego: el verdadero concepto del amor y la finalidad de la sexualidad. El cristianismo –y gran parte de la tradición clásica especialmente la griega–, entienden por “amor” algo muy distinto de lo que el mundo contemporáneo comprende. El concepto de amor tiene una importancia central en el cristianismo. De hecho Dios mismo es identificado con el amor. Para el cristiano el amor es “superabundancia”, capacidad de dar y de darse, “caritas”, en definitiva: caridad, una de las tres Virtudes Teologales. De esta manera el amor implica un donarse, un darse por el otro, por el prójimo. Recordemos la segunda parte del único mandamiento que anuncia el Nuevo Testamento: “...amar al prójimo como a sí mismo”. El amor cristiano, y también el griego, está, de esta forma, desligado en su origen de cualquier tipo de sexualidad, incluso de la corporeidad. Lo erótico es una consecuencia, un plustotalmente prescindible. La casi sinonimia entre amor y sexo es producto de la modernidad. El “hacer el amor” como sinónimo de “relación sexual” es el mejor ejemplo de lo anterior. La Lujuria sería entonces totalmente contraria al amor –y a Dios– entendido en términos cristianos. El pecado de la lujuria no considera al otro como una “persona” válida y valiosa en sí misma, como un fin en sí misma por el cual tendríamos que darnos. El otro pasa a ser un objeto una cosa que satisface la más fuerte de las satisfacciones corporales, el placer sexual. Aun más, el sujeto mismo que incurre en un acto lujurioso se convierte a sí en un objeto, que olvida o suspende su propia dignidad. Por otro lado, para el pensamiento cristiano la sexualidad tiene una finalidad preestablecida, única y clara. La reproducción y la perpetuación de la especie. Esta clara finalidad da también sentido a la existencia del hombre ordenado su acción en vista del amor de Dios. La lujuria, en cambio, que no tiene en vistas la finalidad de la reproducción y que por esto pierde todo sentido, se convierte en una acción vacía, sin sentido, que de alguna manera nidifica al hombre y lo aleja del Ser de Dios.

4. La Avaricia.


La teología cristiana explica el pecado de la avaricia como “amor desordenado de las riquezas”, es desordenado, continua, “porque lícito es amar y desear las riquezas con fin honesto en el orden de la justicia y de la caridad, como por ejemplo, si se las desea para cooperar más eficazmente con al gloria de Dios, para socorrer al prójimo etc. El crimen de la avaricia no lo constituyen las riquezas o su posesión, sino el apego inmoderado a ellas; “esa pasión ardiente de adquirir o conservar lo que se posee, que no se detiene ante los medios injustos; esa economía sórdida que guarda los tesoros sin hacer uso de ellos aun para las causas más legítimas; ese afecto desordenado que se tiene a los bienes de la tierra, de donde resulta que todo se refiere a la plata, y no parece que se vive para otra cosa que para adquirirla.”

“La avaricia, por consiguiente, es pecado mortal siempre que el ávaro ame de tal modo las riquezas y pegue su corazón a ellas que está dispuesto a ofender gravemente a Dios o a violar la justicia y la caridad debida al prójimo, o a sí mismo.”

En la avaricia se ven claramente los elementos comunes a todos los pecados. Por una lado, el avaro pierde el verdadero sentido de su acción poniendo el fin en lo que debería ser un medio, en este caso la obtención y la retención de las riquezas. Lo que importa al cristianismo es que el prójimo reciba, en justicia, la caridad que todos le debemos al menesteroso. La avaricia es directamente contraria a la caridad en cuanto es un “no dar”, más aun en privar a otros de sus bienes para tener más que retener. 

Por otro lado, el privar al otro de sus bienes, muchas veces con malas artes, y retener estos bienes en perjuicio del otro, es también negar al otro en su calidad de persona, de fin en sí. Se lo utiliza para satisfacer, mediante la acumulación de riquezas, el principio del amor a sí mismo.

Son “hijos” o faltas menores de la avaricia: el fraude, el dolo, el perjurio, el robo y el hurto, la tacañería, la usura, etc.

5. La Gula.


Como “uso inmoderado de los alimentos necesarios para la vida” es definido este pecado. La definición teológica se complementa con que “el placer o deleite que acompaña al uso de los alimentos, nada tiene de malo; al contrario, en el efecto de una providencia especial de Dios para que el hombre cumpliese más fácilmente con el deber de su propia conservación. Prohibido es, empero, comer y beber hasta saciarse por ese solo deleite que se experimenta”. De esta manera, la religiosidad latina especifica estas faltas en: proepropere: comer antes de tiempo o cuando se debe abstener de comer, por ejemplo en los días de ayuno señalados por la Iglesi; laute: cuando se comen manjares que superan las posibilidades económicas de la persona; nimis cuando se bebe o se come en perjuicio de la salud de la persona; ardenter: cuando se como con extrema voracidad o avidez a manera de las bestias. La gula se transforma en pecado en los siguientes casos:

· Cuando por el solo placer de comer se llega al hurto o se reduce a la familia a la mendicidad.

· Cuando el deleite en el comer se reduce a un fin único y preponderante en la vida.

· Cuando es causa de graves pecados como la lujuria y la blasfemia.

· Cuando trasgrede los preceptos de la Iglesia en los días de ayuno y de abstinencia de ciertos alimentos.

· Cuando se provoca voluntariamente el vómito para continuar el deleite de la comida.

· Cuando se auto infiere grabe daño a la salud o sufrimiento a si mismo y a los que lo rodean.

Además de lo dicho por la teología tradicional, la gula tiene un aspecto que no debemos dejar de considerar. La gula es la manifestación física de un apetito más profundo y significativo. El que cae en las tentaciones de la gula, no sólo quiere consumir comida. Quiere, de alguna manera, ingerir todo el universo. Asimilar, hacer suyo, todo lo exterior, reducir todo lo otro a sí mismo. En este sentido la gula se mimetiza estrechamente con la lujuria, se trata de ponerse por sobre lo otro, reducirlo, objetivarlo y hacerlo suyo. De esta manera el “glotón” se transforma en el único centro de referencia, en conformidad con el principio del amor a sí mismo. El asimilar, reducir, el universo en general y al prójimo en particular a sí mismo es la más radical negación del otro.

6. La Ira.


“Appetitus inordinatus vindictae” es decir, un “apetito desordenado de venganza”. “Que se excita –continua la definición latina– en nosotros por alguna ofensa real o supuesta. Requiérase, por consiguiente, para que la ira sea pecado, que el apetito de venganza sea desordenado, es decir, contrario a la razón. Si no entraña este desorden no será imputado como pecado”. De esto ultimo se desprende que habría una ira “buena y laudable” si no excede los límites de una prudente moderación y tiene como fin suprimir el mal y restablecer un bien. “El apetito de venganza es desordenado o contrario a la razón, y por consiguiente la ira es pecado, cuando se desea el castigo al que no lo merece, o si se le desea mayor al merecido, o que se le infrinja sin observar el orden legítimo, o sin proponerse el fin debido que es la conservación de la justicia y la corrección del culpable. Hay también pecado en la aplicación de la venganza, aunque esta sea legítima, cuando uno se deja dominar por ciertos movimientos inmoderados de la pasión. De esta manera la ira se convierte en pecado gravísimo porque vulnera la caridad y la justicia. Son hijos de la Ira: el maquiavelismo, el clamor, la indignación, la contumacia, la blasfemia y la riña”.

De la definición anterior se desprende que la ira es el uso de una fuerza directa o verbal que transgrede los límites de la legitima restitución de un bien ofendido. La violencia, entendida como el uso de la fuerza, si es desmedida, es claramente una anulación del otro. En el asesinato, por ejemplo, que no corresponde a la legítima defensa, se pretende evidentemente la nadificación del otro. En el leguaje, mediante la ofensa o el improperio, encontramos también el deseo de perjuicio e incluso de nulidad del otro.

Es importante hacer notar que el uso de la fuerza en contra del prójimo no siempre es un mal moral. Debe ser entendida como un mal menor si el fin por el cual se realiza no es sólo la anulación del otro sino que persigue fines legítimos como la conservación de la vida propia o de terceros. Tal es el caso de la “guerra legítima” que procura evita la propia muerte o la privación de la legítima libertad a mano de un invasor, la legítima defensa. El uso de la fuerza se justifica también cuando se procura, con esto, el bien del otro, evitando de esta manera un daño mayor que el dolor que se infringe.

La ira se convierte en pecado gravísimo cuando nuestro instinto de destrucción sobrepasa toda moderación racional y, desbordando todo límite dictado por una justa sentencia, se desea sólo la inexistencia del prójimo.

7. La Envidia.


La envidia es definida como “Desagrado, pesar, tristeza, que se concibe en el ánimo, del bien ajeno, en cuanto este bien se mira como perjudicial a nuestros intereses o a nuestra gloria: tristia de bono alteriusin quantum est diminutivum propiae gloriae et excellentiae” De esta manera, para saber si la envidia es una falta moral, es necesario investigar el verdadero motivo que produce la tristeza que se siente frente al bien que posee el prójimo. De esta manera la envidia no es pecado cuando

· Nos entristecemos por el cargo, potestad o bienes materiales alcanzado por quien no los merece y podría hacer mal uso de esa autoridad causando grave daño a sus semejantes.

· sentimos insatisfacción por los bienes que posee quien no los merece y en vista de que nosotros le daríamos mejor fin. Por ejemplo, el que abunda en riquezas haciendo mal uso de ellas: los avaros que no hacen uso de sus bienes ni para beneficio propio ni para el de los demás.

· otras veces, nos entristecemos, no tanto de lo que el otro posee como del hecho de que nosotros carecemos de ese bien, si esta constatación nos muestra el tiempo y las oportunidades perdidas y alienta nuestro propio sentido de superación.

La envidia es falta gravísima, cuando nos incomoda y angustia a tal grado el bien o los bienes materiales del otro, que deseamos verlo privado de aquellos bienes que legítimamente a conseguido y al que, nosotros, por nuestra impotencia, no hemos logrado conseguir. De esta manera, este deseo de ver privado al otro de sus bienes nos puede conducir a procurar, por todos los medios, a efectivamente quitarle esos bienes o de hacer ver, con el uso del chismorreo, que aquel no debería poseer lo que posee. La mentira, la traición, la intriga, el oportunismo entre otras faltas se desprenden de esta tristeza frente al bien ajeno y a nuestra propia incapacidad de acceder a tales bienes.



Hieronymus Bosch, detalle de El Jardín de las Delicias.

Hieronymus Bosch, Los Siete Pecados Capitales.

Tomado de la Revista de Filosofia de: Fernando Mauricio González U.


lunes, 14 de enero de 2013

La Alhambra a la luz de la luna, cuento de Washington Irving.



La Alhambra a la luz de la luna

Ya he descrito mi departamento cuando tomé posesión de él por primera vez, pero unas cuantas noches más produjeron un cambio total en el sitio de mis sueños. La luna, que había estado invisible hasta entonces, fue apareciendo poco a poco por la noche y después brillaba con todo su esplendor sobre las torres, derramando torrentes de suave luz en los patios y salones. El jardín de debajo de mi ventana se iluminó dulcemente; los naranjos y limoneros se bañaron del color de la plata, y la fuente reflejó en sus aguas los pálidos rayos de la luna, haciéndose casi perceptible el carmín de la rosa.

Pasábame largas horas en mi ventana aspirando los aromas del jardín y meditando en la adversa fortuna de todos aquellos cuya historia está débilmente retratada en los elegantes testimonios que me rodeaban. Algunas veces me salía a medianoche, cuando todo estaba en silencio, y me paseaba por todo el edificio. ¿Quién se figurará tal como es una noche al resplandor de la luna en este clima y en este sitio? La temperatura de una noche de verano en Andalucía es enteramente etérea. Parecíame elevado a una atmósfera más pura; se siente tal serenidad de corazón, tal ligereza de espíritu y tal agilidad de cuerpo, que la existencia es un puro goce. Además, el efecto del resplandor de la luna en la Alhambra tiene cierto mágico encantamiento. Todas las injurias del tiempo, todas las tintas apagadas y todas las manchas de las aguas desaparecen por completo; el mármol recobra su primitiva blancura; las largas filas de columnas brillan a la luz del astro de la noche; los salones se bañan de una suave claridad, y todo el edificio semeja un encantado palacio de los cuentos árabes.

En una de estas noches subí al pabelloncito denominado el Tocador de la Reina para gozar del extenso y variado panorama. A la derecha veía los nevados picos de la Sierra Nevada, que brillaban como plateadas nubes sobre el oscuro firmamento, percibiéndose, delicadamente delineado, el perfil de la montaña. ¡Qué delicia tan inefable sentía apoyado sobre aquel murallón del Tocador, contemplando abajo la hermosa Granada, extendida como un plano bajo mis pies, sumida en profundo reposo y viendo el efecto que hacían a la blanca luz de la luna sus blancos palacios y convento!

Ya oía el ruido de castañuelas de los que bailaban y se esparcía en la alameda; otras veces llegaban hasta mí los débiles acordes de una guitarra y la voz de algún trovador que cantaba en solitaria calle, y me figuraba que era un gentil caballero que daba una serenata bajo la reja de su dama; bizarra costumbre de los tiempos antiguos, ahora desgraciadamente en desuso, excepto en las remotas ciudades y aldeas de la poética España. Con tales escenas me entretenía largas horas vagando por los patios o asomado a los balcones de la fortaleza, y gozando esa mezcla de ensueños y sensaciones que enervan la existencia en los países del Mediodía, sorprendiéndome muchas veces la alborada de la mañana antes de haberme retirado a mi lecho, plácidamente adormecido con el susurro del agua de la fuente de Lindaraja.

domingo, 13 de enero de 2013

La Pasta de Caña de Maíz con que está hecha la Divina Señora de la Candelaria. Venerada en El Bajío en su pueblo, Pueblo Nuevo Guanajuato.




La escultura de pasta de caña de maíz que representa a Nuestra Señora de la Candelaria y que se ha venerado en Pueblo Nuevo Guanajuato desde hace más de cuatrocientos años es de origen michoacano en forma de cono y hecha en la técnica indígena con "Pasta de Maíz", representa a la Santísima Virgen María, presentando al niño Jesús al Templo de Jerusalén y portando una vela o candela, por eso su nombre.

Ya casi estamos para iniciar la Fiesta, a la Mayor Gloria de Nuestra Señora de la Candelaria de mi pueblo. Por ello, les comparto la pasta de caña, con la que está hecha, Nuestra Divina Señora de la Candelaria.


La escultura de la Virgen de mi Pueblo, Nuestra Señora de la Candelaria, fue hecha de pasta de caña y de la siguiente manera y técnica, con cañas de maíz y mucilago de orquídea.

Nos cuentan la crónicas que:


“La pasta de caña de maíz con que se elaboraban los Dioses de los indígenas se preparaba cortando las cañas de maíz ya secas. Se hervían en agua con hierbas venenosas para matar los huevos de las polillas, vueltas a secar al sol, se les desprendía la corteza y extraían solo la médula de las cañas, la cual molían cuidadosamente antes de reducirla a polvo; estando bien martajada la caña, la mezclaban con la goma de una begonia de orquídea llamada en tarasco Tatzigui. Enseguida se ponían a cocer los bulbos de esta planta en agua; en este proceso, se desprendía la goma que era elemento aprovechable. De esa mezcla resultaba una pasta manejable, ligerísima y de gran duración”.

El secreto era simple: Estaban hechas de caña de maíz, un elemento compuesto por fibras huecas y ligeras, ya fuera a partir de pequeños trozos ensamblados o de pasta molida de caña de maíz. El pegamento se extraía de una orquídea y también de otras plantas (el extraordinario y hoy popular “látex” tiene un similar origen al provenir de la savia de otra planta que también intervenía a veces en la composición de los antiguos “santos milagrosos”, la sábila). 

A su llegada Michoacán, en la Nueva España, los españoles se maravillaron ante la ligereza de las imágenes sagradas de los indios purépechas: una figura del tamaño de un hombre pesaba escasamente 6 o 7 kgs. Acostumbrados los españoles a las pesadas imágenes de la virgen, Cristo y los santos que se hacían en España con pesadas maderas de encino o cedro y otras maderas, al ver a aquellas figuras sólidas, pero “sin peso”, les parecían milagrosas.

Los primeros religiosos reconocieron de inmediato las ventajas del material, único en el mundo y encargaron a los indígenas la manufactura de estatuas de Vírgenes y Santos. Durante todo el virreinato de la Nueva España. Muchas iglesias dentro y fuera de Michoacán, España y en grandes partes del reino español, se surtían de estas figuras sagradas, provenientes de Pátzcuaro, incluyéndo a la virgen de mi pequeño Pueblo de Las Adjuntas del Río Grande de Santiago, Pueblo Nuevo en la actualidad.

Durante largo tiempo se pensó que éste era un arte del pasado; sin embargo había un hombre en Pátzcuaro, Don Baldomero Guzmán, quién retomó la tradición y en edad muy avanzada, logró transmitirla a un grupo de alumnos y a sus familiares, gracias a un curso patrocinado por la Fundación Cultural Bancomer.

Don Baldomero ya falleció pero, debido a su tesón se ha logrado revivir una técnica. Simultáneamente otra persona versada en conservación, pudo conocer la técnica y adiestrar a otros artesanos; gracias a la labor de ambos, hoy podemos comprobar que las figuras “milagrosas” eran una técnica artesanal, hoy por fortuna recuperada. Nos podemos encontrar con artesanos en éste maravilloso arte en la actualidad en Pátzcuaro. Lugar que desde siempre, a sido lugar de esa maravillosa técnica, la pasta de caña de maíz.


sábado, 5 de enero de 2013

¡Llegaron los Reyes Magos!



¡Los Santos Reyes!

La llegada de los Reyes Magos es una de las tradiciones más arraigadas y duraderas que ha permanecido vigente a través del tiempo en Ibero América. Melchor, Gaspar y Baltasar se dice que viajaron de Oriente a Tierra Santa durante nueve meses para conocer al niño Jesús. Se supone que los tipos de piel con los que son representados los reyes magos, representaba a las razas humanas conocidas hasta entonces en esa época. Melchor era el rey de Persia, Gaspar el rey de Arabia y Baltazar el rey de la India.

Se les considera “Santos” y “Magos” porque poseían una vasta erudición y una bondad parecida a la santidad. Eran, personas muy buenas con todo mundo conocido y según San Mateo, eran unos sabios venían desde un lejano país oriental a adorar a Cristo, su llegada perturbó a Herodes, el rey de Judea.

Herodes el Grande, aparece como protagonista de un pasaje del Evangelio de San Mateo en el que manda asesinar a todos los niños menores de 2 años después de que los Magos de Oriente no le dijeran el lugar del nacimiento del «Rey de los judíos», tras indagar con los escribas y sacerdotes del Templo de Jerusalén que señalan a Belén el pueblo del rey David, como lugar del nacimiento del Mesías. La narración termina contando la huida de María, José y el niño a Egipto, donde permanecieron hasta la muerte de Herodes.


La narración se encuadra cronológicamente en fechas poco anteriores a la muerte de Herodes, dato que sirvió al cronista Dionisio el Exiguo para calcular el nacimiento de Cristo y el comienzo de la era cristiana que es la base del actual calendario gregoriano usado por la mayor parte del orbe y que adolece de la imprecisión de esa fecha concreta.

Ningún historiador de esos tiempos hace mención al hecho, por lo que parece más probable que sea un relato ficticio con fines catequéticos, junto con el de la adoración de los magos, aprovechando la imagen de sanguinario que tenía Herodes entre el pueblo judío.

Pese a esto, en el año 2008 la cadena televisiva estadounidense History Channel sacó a la luz una investigación realizada por arqueólogos de la Universidad Hebrea de Jerusalén en donde es posible observar excavaciones con cientos de cadáveres de infantes los cuales dataron en el siglo primero, correspondiendo con el periodo en el que vivió Jesús y con el rango de edad con el que supuestamente tendrían los niños a los que Herodes habría mandado matar. ¿Realidad o coincidencia? 


La Estrella de Belén fue, según la tradición cristiana, el astro que guío a los Reyes Magos al lugar del nacimiento del Niño Dios. Los Reyes Magos vieron aparecer por el Oeste la estrella de Belén pero no nos dice si se trata de una estrella, de un planeta o de algún comenta o fenómeno astronómico. Los que se sabe según las escrituras es que los Según los Reyes Magos viajaron siguiendo a la estrella la cual, se detuvo sobre el lugar en el que el niño Jesús había nacido. Ésto, a pesar que es imposible que un astro marque o se detenga en un lugar tan concreto como un pesebre en donde ha nacido un niño tan especial como el Niño Dios. Con el tiempo, se han sugerido diversas explicaciones sobre este hecho pero, lo más probable es que el pasaje bíblico sea solo una metáfora referida a los supuestos hechos asociados al cristianismo.

Fuera lo que fuese la realidad, los Reyes Magos lo asociaron al Rey de los Judíos y de haber sido astrólogos griegos, romanos o hasta los aztecas, podrían haber asociado la estrella de Belén con júpiter el planeta rey, o régulo la estrella rey o con tezcatipocla, la diosa de los dioses aztecas o no se quien. O si venían de Babilonia, lo podrían haber asociado el planeta Saturno. En todo caso, bien podría tratarse de la estrella sirio, a la que apuntan los "tres reyes" del cinturón de la constelación de Orión que todos conocemos como los Santos Reyes y que los llevó hasta donde estaba Jesús y a pesar de que le habían prometido a Herodes el rey de los judíos regresar a contar la buena nueva, los Reyes Magos no se presentaron en Jerusalén y continuaron su camino. Por eso, el rey Herodes mandó matar a todos los niños menores de dos años de todo el reino, para asesinar al Niño Dios y dejar a los judíos sin su rey. Por eso existe otro pasaje bíblico, la huída a Egipto de la Santísima Virgen, Sr. San José y el niño Dios. Ellos se quedaron en Egipto hasta que se sintieron que ya no les perseguían. 

Los Reyes Magos que viajaron desde lejanas tierras sobre el lomo de sus camellos, viajaron para adorar al Niño Dios y para ofrecerle oro, incienso y mirra.

El oro, simboliza el dinero, el que se concede gracias a nuestro trabajo y esfuerzo, también para ayudar a nuestros semejantes.

El incienso, representa la alabanza, la gloria, el honor y poder.

La mirra, es lo amargo de nuestra vida, los dolores, los pecados, la vida oscura que oculta el ser humano.



Es ésta celebración de los Santos Reyes la que más extraño de mi infancia. La anticipación de que van a llegar los Reyes Magos a la casa y nos traerán lo que pidamos era simplemente fascinante para mi. Mi imaginación volaba aunque muchas veces los Santos Reyes nunca me trajeron lo que les pedía. Yo me quedaba satisfecho con lo que me habían traído y me encantaba ir temprano por la mañana a visitar a los muchachos de mi tío Chava para ver lo que a ellos les había traído. Recuerdo muy bien un día en que Hugo mi primo nos contaba entusiasmadísimo que los Santos Reyes habían bajado su zapato de la banca al piso y que le habían escrito. A nosotros también lo hacían porque les dejabamos una carta dentro del zapato para que nos dejaran lo deseado. 

La última vez que estuve en el pueblo y en una cajita de mi mamá, encontré varias de las cartas que nosotros les escribimos a los Santos Reyes jajaja con una caligrafía, horrorosa. Pero, escrita con mucha ilusión.


La rosca de reyes

Se trata de un rito pagano que fue consolidado desde hace tiempo, la humanidad celebraba el nacimiento de un dios Solar: “Los persas, egipcios, fenicios, sirios, griegos, romanos, peruanos, hindúes, mexicanos y otros pueblos. Años más tarde, la Iglesia Católica estableció estas fiestas sobreponiendo la conmemoración de la Epifanía y posteriormente se convirtió en la Merienda de los Reyes”.

En México, esta costumbre se remonta hasta la Nueva España, en la cual, la rosca tiene oculta la figurilla del niño, que representa al Niño Jesús protegido por José y María de la crueldad de Herodes, y quien lo descubra se convierte en el rey de la fiesta y es "el padrino del Niño Dios" que en un dos de febrero, ofrecerá un desayuno de tamales.

Y para acompañar el roscón de reyes, (yo no he hecho la receta) un chocolate con agua o con leche para deleitarse con este manjar. 

Roscón de Reyes:

1 kg de harina
300 g de azúcar
¼ de kg de mantequilla
200 g de manteca
14 huevos
60 g de levadura disuelta en ½ tazas de agua tibia y reposada durante 10 min
1 cucharada de agua
1 cucharadita de sal
100 g de azúcar glass 
2 barras de acitrón de visnaga, cortados en tiras
8 higos cristalizados, cortados en gajos
1 cáscara de naranja cristalizada, cortada en tiras
1 muñeco de porcelana que será la representación del niño Dios.

Modo de preparación:

Haga una fuente con la harina y ponga en el centro azúcar, la mantequilla en trozos, 100 g de manteca, 11 huevos, el agua de azahar, la levadura y la sal. 

Mezcle muy bien los ingredientes, amase hasta que la masa no se pegue a la mesa y quede elástica, tápela con una servilleta y déjela reposar en un lugar tibio de la cocina o dentro del coche hasta que aumente de tamaño.

Forme una pasta dura con la manteca restante, la azúcar glass y 1 yema.
Cuando la masa haya crecido, se trabaja y hace una tira  que se le dará forma redonda como un roscón de 5 cm de ancho. Introduzca el muñeco y coloque la rosca sobre una bandeja para hornear. 

Precaliente el horno a 200°C.
Bata los huevos restantes y barnice la rosca. Forme 4 costras sobre ésta, con la pasta de manteca y azúcar glass, ahora adorne con la fruta cristalizada y rebanada decorando el roscón.

Deje reposar la rosca hasta que duplique su tamaño nuevamente y hornee a 200°C por media hora o hasta que esté dorada.

El Día de Nuestra Señora de la Candelaria.

Es el 2 de febrero, éste día es considerado como el último festejo navideño y con éste día, culminan las festividades de la Navidad. Es cuando se retiran los nacimientos y en este día, se prepararán 12 velas que representan los doce meses del año. Se llevan a bendecir en la misa solemne en honor a Nuestra Señora de la Candelaria y se queman las velas en ocasiones especiales o días de dificultad personal. En el pueblo, la gente lleva una vela o si se tiene el dinero, pues varias velas que se pueden regalar a los amigos para sus oraciones personales.

Finamente, hay que celebrar dichas fiestas con alegría, emoción, paz y armonía en nuestros corazones. Recuerden hacer el bien, sin ver a quien.