Como cada año y desde hace muchisísimo tiempo en mi pueblo, ha llegado otra vez, la fiesta en honor a la Mayor Gloria de Ntra. Sra. de la Candelaria, la Virgen de mi pueblo, Pueblo Nuevo Guanajuato. Es la fiesta religiosa más importante del municipio y la celebramos desde tiempos perdidos en el tiempo. Supongo que se le celebra, desde que la Santísima escultura de la Virgen de la Candelaria llegó a nuestro pueblo quizá traída, por los frailes agustinos que eran quienes tenían a su cargo a nuestra parroquia que en esa época, debió de ser, lo que llamamos ahora, la tercera orden con su panteón adjunto en donde ahora se localiza el atrio, la parroquia y la notaría.
Recuerdo hace muchos años, cuando el Sr. Cura Miguel Méndez Pérez conectó el drenaje en la parroquia. La cantidad de esqueletos de nuestros antepasados que se vieron y existen allí en el atrio era increíble. Recuerdo que al ir a la doctrina, y veíamos a los trabajadores escarbar y sacaban los huesos del caño que hacían para poner la tubería y para después, volver a depositarlos allí mismo, en donde han descansado por cientos de años. Recuerdo que sacaron a unos gemelos depositados en una sola caja ancha y con los dos cuerpos de unos infantes colocados a la par.
Me figuro también que en esa época, digamos doscientos años, solo existía Pueblo Nuevo como un pueblo pequeñísimo. Los límites de la población eran hasta la orilla de la tienda de La Raspa de Guadalupe Hernández y no más lejos que la calle de Morelos. Aún en época en que todos quizá recordemos, el pueblo existía solo hasta la calle de Vasco de Quiroga y no más lejos del campo deportivo. La Amargura se veía lejísimos en la distancia y lo mismo el cerro de las campanas y La Quinta de "Mingo" Domingo Acosta y la tía "Fina" Josefina González era fuera del pueblo cruzando varios terrenos. En la calle Allende, solo había unas cuantas casas en la zona poniente y terminaba con el palo seco en el lado norte de la calle. El palo seco era un tronco de un árbol, seco que existió allí por muchos años, de allí el nombre de la zona en la actualidad y era como el punto de inicio del camino del Paso de Guadalajara. También decía la gente al referirse a esa parte del pueblo, "por la capillita del Sr. Cura". Porque existió allá una capilla creada por el Sr. Cura Librado Ramos y que seguramente era como inicio de otra parroquia por lo "lejos" de la plaza y de la parroquia principal y para dar servicios eclesiásticos a la gente de esa zona del pueblo.
Ahora, para una descripción de una fiesta a Nuestra Señora de la Candelaria en el pueblo, digamos a principios del siglo pasado. Mi abuelo, J. Jesús González Solís me platicaba que cuando él era pequeño, 1915 al 1920. Solamente se ponía una ola hecha de madera en la esquina de la tienda de Chevito Saldaña, y lo hizo por muchos años. Después existió "La Ola giratoria de los Villanueva" que se llamó, "La Pajarera". Era el único "juego mecánico" de esa época. También venían al pueblo unos danzantes que bailaban en un entarimado y se ponían por "la orilla del río" enfrente al rastro municipal, ahora es un camino, en esa época y hasta no hace mucho tiempo, era la bajada al río Lerma. Supuestamente hacían un hoyo en el suelo, colocaban una tarima y sobre ella, bailaban toda la noche. Nos decía mi abuelo que hacían tanto ruido, que se escuchaba hasta la plaza de la población sus zapateados.
Llegaban puestos de Celaya con las tradicionales máscaras y caballitos de cartón. Muñecas de cartón para las niñas que, aunque lo tradicional es venderlas para la cuaresma, las vendían en el pueblo en el novenario. Hace unos años, fuímos a Celaya a visitar a uno de los "cartoneros" artesanos y nos contó que ellos iban a Pueblo Nuevo a vender sus productos pero, que en la actualidad no lo hacen porque les cobran muchísimo de "plaza". Esa es una de las causas por la que los vendedores de Celaya no hayan regresado jamás. Vendían todo tipo de juguetes manuales, ollas en miniatura para las niñas que ya desde pequeñas se les ponen "roles" que deberán ejercer en su vida adulta. Toda una mamada en mi punto de vista y que reafirma el machismo en los hombres. Pero, en realidad no iban muchos puestos que digamos. Cuando yo era niño, se ponía un puesto enorme de dulces típicos y nueces de varios tipos de la región en frente del portal de la casa de las Ramos. Era el mejor puesto porque estaba hecho de varillas de acero y muy bien protegido con láminas de metal, los demás eran hechos de madera y cubiertos con mantas. Por muchísimos años, se colocó casi al terminar el portal Hidalgo en la parte sur, un puesto con un muñeco que un viejito de Celaya le daba vuelta a un disco de música que estaba lleno de fichas con números por así decirlo. El muñeco llevaba una varilla que al subirlo, se atoraría en una de las "fichas" que tenían una argolla y un número. Si se lograba que el muñeco se atorara, pues frente a él tenía una manta con los números y en cada número, una bolsita de papel con un regalo. Por lo regular eran monos de plástico, anillos de aluminio, una corneta de hoja de lata o hasta un peso de plata, etcétera. A veces, no tocaba nada y el señor de todas formas les regalaba algo a los niños. Recuerdo que esas personas que vendían allí, cocinaban en el mismo puesto y allí mismo comían y dormían. Le contaron a mi abuelo que fueron sin dejar de ir al pueblo por más de cincuenta años cada fiesta.
Frente al portal Zaragoza y también cerca de la parroquia, se ponían a vender los del pan de Acámbaro. Un pan horroroso, pintarrajeado de color de rosa subido, seco, viejo y con pasas que se las ponían a cada pan partido a la mitad mientras uno veía. ¡Muy mal pan! Y el pan del pueblo es miles de veces superior a ese pan horroroso. Solo van a darle mal nombre al verdadero pan de Acámbaro. Vendían también pan en pequeños puestos iluminados con un "aparato" de petróleo. (Un aparato es un bote de lámina que le han puesto mecha y lo han adaptado para que funcione como lámpara, lo llenan de petróleo para que de iluminación pero también hacía que el pan oliera y supiera a petróleo). Quienes vendían el pan traían su "espanta moscas". Una vara a la que le ponían en la punta, una bolsa de plástico hecha hebras para espantar a los bichos. Ni hablar de la higiene en esos puestos, ni siquiera tenían agua para lavarse las manos ni baños en todo el pueblo. La gente hacía sus necesidades en "la orilla del pueblo", si, al dar vuelta en la Huerta, se encontraba uno con una escena de caca por todos lados. Era muy antihigiénico y así se hacía.
También iba al pueblo una carpa con la lotería en donde se jugaba a la lotería con enormes cartas y se "cantaba" la lotería, yo recuerdo haber visto una carpa enorme que se ponía enfrente del portal de Pancho Mota. Nos contaba mi abuelo que también llegaban los titiriteros. Existió una empresa muy popular en esos años de títeres que creo llegó a ir al pueblo en esa época. Los Hermanos Aranda creo que se llamaban y una vez, cuando éramos muy chicos, nos llevaron mi madre y mi tía Lupe a ver a los títeres. Recuerdo que pusieron la carpa a un lado de los portalitos de Don Rafael López. En lo que en esa época era un camino y la huerta "del sapito" al lado. Eran la misma empresa de titiriteros que iba al pueblo cuando mi abuela era una niña. Ella los recordaba con gusto y recordaba el nombre de esos titiriteros. Lo que recuerdo era que los títeres eran de unos sesenta centímetros de altura y muy bien hechos. El tallado era perfecto y los vestidos igualmente bien hechos. Recuerdo que hicieron la interpretación de Lucha Villa y de Lola Beltrán con unos títeres que hacían que se doblaran hasta atrás al ritmo de música de mariachi. También tenían una escena en donde aparecía un barco con olas y se escuchaba el viento soplar y las velas romper. Representaron una pelea de gallos con gallos naturalmente marionetas y tenían tanta destreza los titiriteros que era de sorprenderse o, eso me parecía a mi quizá por mi edad. Es muy divertido ver títeres y marionetas o el teatro guiñol cuando uno es un niño.
En esas épocas de principios de la década de 1920. Llegaba gente a hacer negocio con música. Aunque no había discos, existían unos como botes por así describirlo; que giraban y tocaban una música en muy bajo tono al pasarle una aguja, eso nos decía mi abuelo. Supuestamente éstos comerciantes, se colocaban en el portal de "Trinidá la potranca", en la ahora casa de mi tía Eufrosina González. Traían unos audífonos en donde se escuchaba la música. Decía él que mi tía Pachita Pérez, esposa de dos de mis tíos, había grabado algunos de esos "discos" y que los tocaban en el pueblo.
También a la plaza mayor o principal, en donde ahora es el jardín, llegaban muchos puestos con ollas y fruta en esa época de hace ya cien años porque no existía el jardín. Las frutas que decía mi abuelo que vendían eran cañas, jícamas, naranjas, charamuscas, semillas de calabaza y cacahuates. Me figuro que la fiesta era muy austera. No existían las grandes comodidades con las que gozamos ahora. La mayor parte de la gente tenían en su propio huerto, naranjos, limoneros, guayabos y moras. Eso de vender cocos no existía porque no tenían el medio de transportarlos desde la costa. No había agua corriente y se tenía que sacar del pozo con una olla. La plaza principal era una explanada con el quiosco en el centro. No se si esa parte de la plaza estaría empedrada con lozas pero creo que no, no existían bancas como ahora y solo había algunas "lunetas" (así les llamaban) hechas de ladrillo y cemento y no muchas. Era allí en donde se ponían los puestos que vendían todo tipo de utensilios de barro hechas en Abasolo y Michoacán. Debemos pensar que en esa época, todo mundo llegaba en burro o caballo. No existían las camionetotas que tienen los de la Noria de Mosqueda ni nada de eso, ni mucho menos los caminos que tenemos ahora. Los arrieros dejaban a sus burros frente al colegio, a un lado del jardín y frente a la casa de los Durán en "el otro jardín".
La gente por lo regular era muy religiosa y "recogida" aunque nos contaban mis antepasados que, siempre había alguna pelea en la que alguien resultaría muerto de un balazo. Nos contaba mi papá Chuche, que Jesús González, alias "el ciego" mató a un hijo de su prima Agustina González llamado Palemón Cabrera González en una de esas fiestas y jamás se le volvió a ver en el pueblo a Jesús González por muchos años. En otra ocasión supuestamente a la hora de la serenata, mi abuelo vio por el postigo de la ventana en el Portal de las Flores, que un hombre mató a un soldado, esparciendo los sesos del difunto entre el pan y por toda la pared de la casa, mi abuelo lavó con mucha agua el lugar. Contaban que cuando eso sucedía, se terminaba la serenata y todo mundo se metía a sus casas. Eran épocas tristes si se pone uno a analizar la situación en general del pueblo. No había inauguraciones de la fiesta por parte del H. Ayuntamiento ni del presidente como lo hacen ahora. La fiesta era una verdadera celebración religiosa que no tiene nada que ver con el gobierno civil del pueblo. En mi opinión, al César lo que es del César y a Dios, lo que es de Dios.
En cuanto a las iluminaciones de todo el novenario. Se hacían con faroles multicolores y papel picado que se decoraba el frente de cada casa. Aunque ahora no mucha gente decore así. Creo que al final de la calle de Hidalgo aun adornan con mucho papel picado en color azul y blanco. A la calle que le tocaba la iluminación, ese día la gente se iba a esa calle a festejar la novena y la banda de música se estaba allá tocando varias horas para al finalizar la noche, se iba al quiosco a terminar la celebración con la serenata. Algo así como lo hacen ahora para la fiesta de la Navidad. Esa calle es la que está celebrando el día de la novena y todo mundo, celebraba en esa calle y luego en la plaza.
Cuando yo era niño, llegaban los puestos y se ponían en la calle que existió frente al Portal Hidalgo solamente. Los puestos de comida se ponían en la calle frente al Portal de Las Flores hasta el Colegio y las ollas, en la calle de Pino Suárez. En el otro jardín se ponían alguna gente con mesas y vendían confeti, huevos rellenos de confeti y flores. De la misma forma en la plaza principal. Los puestos del pan, en frente al Portal Zaragoza. Solamente esos puestos llegaban y el día de la fiesta, recuerdo haber visto a personas vender rosarios en unos como tendederos de madera con clavos, vendían novenas y estampas de los santos. En realidad no era la fiesta como es ahora, para nada. La última vez que estuve en el pueblo para los días de la fiesta, no daba crédito a lo que veía. ¡Un mundo de gente! Había tanto coche, que se estacionaban por toda la calzada hasta el panteón. No solo la música de viento tocó, también grandes grupos que llegan a tocar en la plaza principal con escenario de lujo y tocan a todo volumen hasta las deshoras de la noche. Algo increíble.
La fiesta ha cambiado, nuestras costumbres también. Creo que la gente va a la fiesta, no a visitar a la festejada, no se como recaudan limosnas en la parroquia para poder pagar los gastos todo el año. En la presidencia, hacen su agosto por medio de la religión porque usan a Nuestra Señora de la Candelaria como "aparato" para atraer a la gente. Eso no se vale, mezclar la religión con la política no es nada bueno en mi punto de vista.
Mi abuelo nos contaba que cuando él era pequeño, no sacaban mojigangas, monigotes ni cabezones a bailar. Eso sucedió a finales de los sesenta con unos "cabezones" que elaboró "Tone Tone" Sandoval. Muy bien hechos y eran como seis o siete de ellos de muy buena proporción y danzaban por todo el pueblo.
El último día de la novena se realizaba con con-celebración eucarística, se llevan a bendecir miles de velas y la gente llevaba muchísimas flores a la parroquia. Creo que ahora lo hacen al "Templo Nuevo". En fin que la fiesta dejaba muchísima basura en toda la plaza, "alteros" de cáscaras de cacahuates, naranjas y cañas de azúcar que era lo que más se consumía en esas épocas. Todo cambió como tiene que ser y es la vida, sin embargo, la tradición de ir a visitar a Nuestra Señora de la Candelaria el dos de febrero persiste hasta nuestros días. Para beneficio de quien sea, sigue existiendo la fiesta, a la Virgen de mi pueblo. Nuestra Señora de la Candelaria.
5 comentarios:
Hola Alfredo.
Excelente reseña de cómo nuestros antepasados celebraban el novenario, a mi punto de vista mejor que ahora, pues ya solo se trata de baile y venta de alcohol al por mayor. Me encantan tus fotos, en una de ellas todavía se aprecia la casa del Sr. que le llamaban Chanchomón QEPD.
Saludos.
Erica Vela
Muy buena resenia Alfredo, creo que la retrataste como la vivimos, calles empedradas, llovia y los puesteros corrian a tapar con plasticos sus puestos, seguido les caian las ruedas del castillo y a correr a apagarlos, la gente disfrutaba, siempre ha habido borrachos pero habia respeto, muy pocos a la carcel, anecdotas dignas de un libro, los dulceros se quedaban tanto que casi aguantaban de fiesta a fiesta, fue divertido, soldaditos de plastico, troquitas con redilas, el puesto de la "varilla de Chayito"(de Irapuato), Felix el ollero (del Pueblo), las canas de los Cabrera(del Pueblo), Santeyano bailando con las mojigangas, las personas muy elegantes, ufff, mil recuerdos, gracias por volvernos anios atras,
Erica:
¿En cuál fotografía vez a Jorge González alias "chanchomón"? He tratado de encontrarlo y no se en cual. Si, creo que en antaño la fiesta era más religiosa y menos escandalosa aunque, yo recuerdo que llegaban carpas con "cariñosas" en la orilla del río ya desde entonces.
Felipe:
Muy cierto, llovía, tapaban los puestos con plásticos y las ruedas les caían a los puestos. Creo que muchas veces también les llegaron a poner láminas para que eso no pasara. ¿Recuerdas que vendían para esa época calaveras de alambre y barro con plumas? Oh... olvidé "las baritas" de Tilo de tejocotas cubiertas de caramelo y pintadas. Creo que también hacían esas "baritas" con perón. En fin, solo nos queda, recordar porque después de todo, es volver a vivir.
Saludos cordiales a ambos,
Alfredo.
Hola Alfredo,
he leído tu bitacora a mi mamá y bueno... no te imaginas cuantos recuerdos le trajiste... mi mamá llegó a Pueblo Nuevo cuando se casó, en 1955, a los 22 años y recuerda los puestos de frutas que mencionas, las ollas de dn Felix, y algunas otras cosas como los carritos de madera para los peques o la huerta de lechugas a la que iban el dia 3 de febrero... en fin... cuantas historias contadas y cuantas por contar...
Saludos!
Y... ¿Quién es tu madre? ¿No es del pueblo según entiendo? Y en efecto mi querido anónimo(a), seguramente muchas más historias que contar. Ésta, es solo una y cada quien tiene la suya. Con todo lo que Pueblo Nuevo fue y es. Félix el ollero murió hace ya muchos años. Por allí tengo un retrato de su último puesto para un día de todos los santos.
Saludos cordiales,
Alfredo.
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