domingo, 13 de enero de 2013

La Pasta de Caña de Maíz con que está hecha la Divina Señora de la Candelaria. Venerada en El Bajío en su pueblo, Pueblo Nuevo Guanajuato.




La escultura de pasta de caña de maíz que representa a Nuestra Señora de la Candelaria y que se ha venerado en Pueblo Nuevo Guanajuato desde hace más de cuatrocientos años es de origen michoacano en forma de cono y hecha en la técnica indígena con "Pasta de Maíz", representa a la Santísima Virgen María, presentando al niño Jesús al Templo de Jerusalén y portando una vela o candela, por eso su nombre.

Ya casi estamos para iniciar la Fiesta, a la Mayor Gloria de Nuestra Señora de la Candelaria de mi pueblo. Por ello, les comparto la pasta de caña, con la que está hecha, Nuestra Divina Señora de la Candelaria.


La escultura de la Virgen de mi Pueblo, Nuestra Señora de la Candelaria, fue hecha de pasta de caña y de la siguiente manera y técnica, con cañas de maíz y mucilago de orquídea.

Nos cuentan la crónicas que:


“La pasta de caña de maíz con que se elaboraban los Dioses de los indígenas se preparaba cortando las cañas de maíz ya secas. Se hervían en agua con hierbas venenosas para matar los huevos de las polillas, vueltas a secar al sol, se les desprendía la corteza y extraían solo la médula de las cañas, la cual molían cuidadosamente antes de reducirla a polvo; estando bien martajada la caña, la mezclaban con la goma de una begonia de orquídea llamada en tarasco Tatzigui. Enseguida se ponían a cocer los bulbos de esta planta en agua; en este proceso, se desprendía la goma que era elemento aprovechable. De esa mezcla resultaba una pasta manejable, ligerísima y de gran duración”.

El secreto era simple: Estaban hechas de caña de maíz, un elemento compuesto por fibras huecas y ligeras, ya fuera a partir de pequeños trozos ensamblados o de pasta molida de caña de maíz. El pegamento se extraía de una orquídea y también de otras plantas (el extraordinario y hoy popular “látex” tiene un similar origen al provenir de la savia de otra planta que también intervenía a veces en la composición de los antiguos “santos milagrosos”, la sábila). 

A su llegada Michoacán, en la Nueva España, los españoles se maravillaron ante la ligereza de las imágenes sagradas de los indios purépechas: una figura del tamaño de un hombre pesaba escasamente 6 o 7 kgs. Acostumbrados los españoles a las pesadas imágenes de la virgen, Cristo y los santos que se hacían en España con pesadas maderas de encino o cedro y otras maderas, al ver a aquellas figuras sólidas, pero “sin peso”, les parecían milagrosas.

Los primeros religiosos reconocieron de inmediato las ventajas del material, único en el mundo y encargaron a los indígenas la manufactura de estatuas de Vírgenes y Santos. Durante todo el virreinato de la Nueva España. Muchas iglesias dentro y fuera de Michoacán, España y en grandes partes del reino español, se surtían de estas figuras sagradas, provenientes de Pátzcuaro, incluyéndo a la virgen de mi pequeño Pueblo de Las Adjuntas del Río Grande de Santiago, Pueblo Nuevo en la actualidad.

Durante largo tiempo se pensó que éste era un arte del pasado; sin embargo había un hombre en Pátzcuaro, Don Baldomero Guzmán, quién retomó la tradición y en edad muy avanzada, logró transmitirla a un grupo de alumnos y a sus familiares, gracias a un curso patrocinado por la Fundación Cultural Bancomer.

Don Baldomero ya falleció pero, debido a su tesón se ha logrado revivir una técnica. Simultáneamente otra persona versada en conservación, pudo conocer la técnica y adiestrar a otros artesanos; gracias a la labor de ambos, hoy podemos comprobar que las figuras “milagrosas” eran una técnica artesanal, hoy por fortuna recuperada. Nos podemos encontrar con artesanos en éste maravilloso arte en la actualidad en Pátzcuaro. Lugar que desde siempre, a sido lugar de esa maravillosa técnica, la pasta de caña de maíz.


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