martes, 7 de septiembre de 2010

Lo que me encontré en el bosque, Boletus edulis, una delicia gastronómica.

Después de caminar aproximadamente un kilómetro, se llega a la entrada de la zona protegida La Piedra de la Cabra.




La piedra de la Cabra, zona silvestre.


Yo y Jerry en la zona silvestre de la Piedra de la Cabra.

Jerry y David Eriksen, el volcán Adams al fondo.






He vuelto a las andadas, de senderismo y de campamento a la zona silvestre de "Goat Rock Wilderness" al este del volcán Rainier en el noroeste de los EE.UU. Aunque me quedé un par de noches en la zona, solo pude ir una sola vez al final del sendero que se encuentra allí, "bear creek mountain trail" que tiene una distancia de séis a siete kilómetros de ida y naturalmente de regreso. El día estuvo nublado y frío. Aunque esa temperatura es fenomenal para andar entre el bosque. Mucho calor y no se puede caminar sin pasar uno mucho calor. Ya en la cima de la montaña, hacía tanto frío, que me fue difícil tomar unas cuantas fotografías. Desafortunadamente con tanta nube, no se podía ver los magníficos volcanes que desde allí se divisan, el Rainier y Adams, dos monstruos de los cinco que hay en ésta parte del país.




Ya de regreso, nos encontramos con unos cazadores de ciervos con "c", (no crean que siervos con "s" de Dios) no, son unos mamíferos enormes que se confundirían con un venado pero por la forma de los cuernos, uno sabe que no lo son. Nos contaron que en dos días comenzaría la cazería con arco y flecha, de ciervo. Eso se hace solo si se tiene permiso para hacerlo y naturalmente, licencia. Son una especie que se les cuida mucho para que sobrevivan en éstas zonas boscosas. Al día siguiente, muy temprano, me fui a dar un pequeño paseo por los alrededores y naturalmente, a buscar tan apreciadofruto, el boleto.



David Eriksen y Jerry Philpott en el campamento.

El boleto es una de las setas más apreciadas y buscados por su sabor en la gastronomía, su nombre en castellano es boleto comestible, calabaza, viriato o "porcini" en lengua italiana y boletus edulis para los que saben de botánica, crece en las alturas de los bosques del noroeste de los EE.UU. entre las arenas y hojas de pino que rodean a las coníferas. En ésta ocasión, me encontré con aproximadamente unos quince kilos de ellos y en perfecto estado. Hacía años que no visitaba esa zona del bosque y aunque en esa ocasión encontré muchos, la mayoría los encontré llenos de larvas de la mosca blanca que se reproduce comiendo las setas. Típicamente hace su aparición en el otoño, siendo el mes de septiembre por lo regular, la mejor époco de recolección. Dependiendo del clima, puede aparecer desde el mes de agosto si el verano es húmedo y retrasar su aparición hasta el mes de noviembre en un otoño que venga seco. Es una especie que se podría decir común y que un solo especímen de ésta seta, logra dar sabor a varios platillos. Se les puede encontrar uno solo o grupos de ellos y entre los pinares, abetales, hayedos, robledales y a un lado de los abedules.


David Eriksen


La descripción de ésta seta u hongo, se puede decir que es rechoncha, botijona, con el pie grueso y blanquesino. Tiene el sombrero carnoso semiesférico de joven y convexo ya maduro, de color marrón, acanelado y ligermanete rojizo, en forma por así decirlo, del tapón de una botella de champaña. El sombrero puede llegar a medir hasta veinticinco centímetros de diámetro y es grueso como un pan de leche de los de Salamanca. Tiene éste hongo por debajo del sombrero, poros verdosos pero cuando la seta es jóven, es blanco de los poros y termina con la maduración en un color amarillento verdoso, se le puede secar, hacer en conserva e inclusive se le puede congelar gracias a que si carne se le puede degustar cruda o guisada. Una vez seco, se puede moler en un polvo fino que agrega gran sabor a las sopas y guisos. Es exelente si se le come con pasta o pizza, perdíz o en arroz con peras, nueces y boletos. El tallo o tronco del hongo es grueso y panzón en la parte digamos inferior, mide de unos cinco a doce centímetros de grosor y es alto. Se sabe inmediatamente que es un boletus porque no tiene laminillas tan típicas en muchos hongos. Los tubos se pueden separar con facilidad del sombrero y es por allí donde saldrán las millares de esporas para su reproducción. El tallo o pata del boletus es color crema y esta decorada con una como red o retícula café. Es el típico hongo que pintan en los cuentos de los niños o que está un enano sentado sobre uno de éstos hongos.





Aunque hacía un frío muy fuerte en esa zona del bosque, creo que eso ayudó a su conservación en buen estado y no se llenaron de larvas ni gusanos como en otros años los he encontrado y que no se pueden usar en la gastronomía por obvias razones. Aunque a muchos cocineros no les importan las larvillas, a mi, no me gustaría ver entre mis guisos, gusanos. Aunque estoy seguro que sin darme cuenta me habré deborado algunos despistadillos.


Regresamos a casa hasta el lunes, apestosos y humeados de estar entre la fogata y no bañarnos, pero retecontentos porque trajimos con nosotros, unos quince o veinte kilogramos de boletus edulis, esa delicia gastronómica del bosque.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Alfredo:
Como siempre es un placer leer los relatos de tus viajes y la descripción tan detallada de esos suculentos especímenes, hasta se hace agua la boca de imaginar esos platillos. Saludos

Erica Vela